EL SUEÑO DEL PIBE
Hice la primaria en un colegio de curas salesianos que tenia un enorme patio con dos arcos de hierro, en ese patio se disputaban simultaneamente cuatro o cinco patidos de fútbol con pelotas Pulpo...a veces un arquero atajaba la pelota de otro encuentro y se armaban unas peleas entretenidas hasta que llegaba el cura y les pegaba con un enorme manojo de llaves en la cabeza a los cotendientes y se terminaba todo.
Pero habia un atorrate mÁs aUDAZ que los demás y que cursaba el secundario - ocultare su nombre por el bien de todos-. Pasada la misa diaria la iglesia quedaba vacia, salvo la presencia del cura Kenny, un viejito irlandes muy pero muy sordo...que se quedaba de guardia confesando a las feligresas que venian medio a escondidas a media mañana a rogar que les perdonaran sus pecadillos.Al cura este lo mandaban de confesor a media mañana porque o sino todos los pibes se confesaban con él, haciendo largas colas, ya que como era sordo todo valia.
El atorrante del colegio descubrió que el viejito irlandés a veces no iba al confesionario y pensó que él lo podía reemplazar para divertirse escuchando las confesiones de alguna minita interesante del barrio. Llegó un dia en el que el cura enfermó y este atorrante lo reeemplazó, pero con tan mala suerte que únicamente fueron unas cuatro o cinco viejas de barrio a confesar sus fechorias y malos deseos...Alli se enteró que una andaba atrás del padre Ladislao porque era un pedófilo con pinta de vicioso terrible y esto le provocaba una excitacion descomunal a la mujer aquella. Tras el primer dia de experiencia no quizo volver a hacerlo más ya que confesó, no podia aguantar la risa cuando imitaba la voz del viejo cura..A una le recomendó que tomara whisky irlandés y que hiciera el amor con el barrendero que la perturbaba tanto...Trascemdió lo del whisky y se desató un kilombo bárbaro y se pudrió todo...las autoridades del colegio nunca pudieron decir que hubo un cura trucho confesando por temor a la estampida de las viejas. Esto, que se sabia a medias, lo confesó el autor en un viaje de excursión tras mandarse un par de ginebras a escondidas lamentando siempre que no fueran minas jóvenes las que se confesaban a esa hora.